jueves, 24 de septiembre de 2015

La abuela durmiente

La abuela durmiente
Roberto Parmeggiani/Joao Vaz de Carvalho
Kalandraka. 2015
+3

La relación entre nietos y abuelos suele ser un lugar de amor gratuito, admiración, generosidad… donde las dos partes aprenden a mirar con otros ojos el mundo. Un espacio donde el asombro del primer descubrimiento y la madurez de la experiencia conviven. La abuela durmiente es la historia de este encuentro contada por el nieto que recorre ese tiempo compartido.
Conocemos a una abuela que duerme todo el día desde hace un mes, pero que antes no era así. A través de sus recuerdos, el niño nos habla de lo que hacía con ella antes de que se durmiera. Lo hace con sencillez y una voz infantil que destaca las cosas que cualquier niño recordaría: las meriendas, los regalos y, cuando comienza su declive, los despistes y excentricidades de la abuela. Una vez dibujado todo el proceso, basta un cambio de tiempo verbal para devolvernos a la realidad: la abuela ya no “duerme”, la abuela “dormía”, porque ahora ya no está.

El nieto convive con la abuela hasta el último momento, permanece a su lado leyendo su libro favorito mientras con su imaginación busca respuestas a por qué la abuela duerme. Y su lógica infantil le lleva a concluir que, como el personaje del cuento clásico, la abuela duerme en espera de un príncipe que venga a llevársela a hacer las cosas que más le gustan.


Son muchos los libros que acercan a los niños al tema de la muerte a través del fallecimiento del abuelo o la abuela. No es extraño que esta sea la primera pérdida en la familia que viva el niño. La abuela durmiente es una historia escrita con sencillez, donde no sobran palabras, y con unas ilustraciones cálidas, sin apenas detalles donde perderse, sostenidas por los personajes que transmiten las emociones de cada escena. Una cuento dentro de otro cuento porque una abuela puede ser también una fantástica bella durmiente y, como tal, acabar rescatada por su príncipe azul, ser feliz y beber limonada. Aunque eso signifique que ya no la volvamos a ver.
Reseña publicada en Revista Adiós nº 113 julio-agosto 2015