Un hijo
Alejandro Palomas
Ed. La Galera
Guille
tiene nueve años y es un niño bastante especial. Cuando sea mayor
va a ser Mary Poppins, lo tiene muy claro. Más aún desde que su
madre ha tenido que irse a Dubai a trabajar como azafata por seis
meses. Junto a su padre, tendrá que aprender a vivir con esa
ausencia. Pero no es nada fácil. Para Guille, la solución la tiene
la excéntrica institutriz que habla con su paraguas, vuela y sabe la
larguísima palabra mágica que todo lo resuelve.
La
fijación por este personaje preocupa a su padre, que no entiende la
sensibilidad de Guille, a su profesora y a la sicóloga del colegio,
que poco a poco se ganará la confianza del niño. A medida que nos
adentramos en la historia contada al alimón por María, la sicóloga,
y por Guille, vamos descubriendo que esa aparente obsesión del niño
por el personaje de ficción es solo la punta de un iceberg que
esconde una mezcla de mentiras, fantasías, realidades que duelen y
tristezas difíciles de superar.
Se trata
de un libro que, a pesar de haber sido galardonado con el Premio
Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, responde más al esquema
de libro “con niño” que al de libro “para niños” (o
jóvenes). En ese sentido, recuerda a obras como El
niño del pijama de rayas
o El
curioso incidente del perro a media noche.
Una
historia que destila emotividad. El autor cuida a sus personajes, los
trata con ternura y mimo, y estos crecen a lo largo de la novela en
un entorno emocionalmente frágil y delicado. Guille crea sobre la
ausencia de la madre un mundo en el que se siente protegido y al que,
a su manera, desde su inocencia que a menudo parece más la de un
niño de seis o siete años que la de el chico de nueve que quiere
representar, invita a su padre con la esperanza de que el vacío que
ésta ha dejado al marcharse no acabe por devorarlo a el también.
Una
texto que se lee con la emoción a flor de piel, que toca la
sensibilidad del lector y hace disfrutar de la inocencia, la
esperanza y, por qué no, también de la tristeza de la ausencia.